martes, 26 de noviembre de 2013

Victimización
Acto o proceso de victimizar o el proceso de ser victimizado.

Una persona es victimizada cuando cualquiera de sus derechos ha sido violado por actos deliberados y maliciosos. Así, víctima sería la persona sobre quien recae la acción criminal, o sufre en sí o en sus derechos las consecuencias nocivas de dicha acción.

Se puede devenir víctima por múltiples hipótesis:
1)      Por un criminal;
2)     Por sí mismo (deficiencias, impulso psíquico, etcétera);
3)     Por el comportamiento antisocial, individual o colectivo;
4)      Por la tecnología, y
5)      Por energía no controlada.
También:
·        La precipitación. La víctima puede precipitar o fomentar la conducta delictiva;
·        La facilitación. La víctima, aun sin formar parte activa del delito, puede facilitar su comisión al situarse, deliberada o negligentemente, en una situación de riesgo;
·         La vulnerabilidad. Existen personas que por determinadas características personales (edad, sexo, estado físico/psíquico) resultan más susceptibles al delito;
·        La oportunidad. Condición necesaria para que ocurra el delito;
·         El atractivo. Hay personas que suponen un objetivo más atractivo para los delincuentes, por lo que su riesgo de victimización es más elevado, y
·        La impunidad. Otro objetivo que toman en cuenta los delincuentes son las personas que posiblemente tengan un acceso limitado a o nulo a instituciones legales de control social (minorías étnicas).





Misoginia


Características

Comúnmente se confunde a la misoginia con una forma extrema de sexismo y aún de machismo: la misoginia no consiste en ser partidario del predominio del hombre sobre la mujer, sino en pensar que el hombre debe liberarse de cualquier tipo de dependencia del género femenino. La mujer, y como consecuencia la concepción y la familia, son consideradas como aberrantes y rechazables, o en todo caso, tal vez buenas o necesarias para otros, pero no para uno mismo.

La misoginia en la historia

Algunas épocas de diversas civilizaciones han sido más misóginas que otras; pero la raíz de la misoginia moderna es doble; por un lado, griega, a través de mitos como el de Pandora y de monstruos femeninos altamente simbólicos como las Sirenas, las ArpíasEscila y Caribdis o la Esfinge, o de filósofos como Aristóteles, quien escribió que las mujeres eran biológicamente inferiores al varón. En el Medievo el cuerpo desnudo de la mujer era contemplado en el arte como sinónimo de Eva y el pecado original, mientras que en el Renacimiento aparecía como Venus o representante del goce epicúreo de la vida.[cita requerida] Alfonso X el Sabio consideraba a la mujer "la confusión del hombre, bestia que nunca se harta, peligro que no guarda medida".
La misoginia está relacionada con el pesimismo y la misantropía filosófica, pues la aversión a las mujeres suele ser sólo un síntoma de un desprecio más general hacia todo lo humano, hacia la humanidad en general.
La misoginia es una cuestión interna, no es innata, pero se arraiga fuertemente a la personalidad del individuo (que también puede ser mujer), la misoginia también es una explicación al porqué del rechazo hacia la homosexualidad en los varones, ya que viene implícita esa fuerte carga de valores desvalorativos y menosprecio hacia todo lo que contenga el carácter femenino, de ahí que un hombre "afeminado" o que no cumpla con todo el patrón "masculino" sea considerado inferior o no propio de la sociedad.

Manifestaciones de misoginia

En castellano, el morfema de género femenino denota frente al masculino connotaciones semánticas despectivas en oposiciones, como zorro/zorra, perro/perra, hombre público/mujer pública, gallo/gallina, niñito/niñita, etcétera., en donde en los últimos, gallina y niñita, se usa para clasificar de cobarde a otra persona. Por otra parte, en formaciones del folklore tradicional como elRefranero hay un abundante apartado que refleja la mentalidad misógina tradicional: "La mujer, la pata quebrada y en casa", "Llantos no se han de creer/De viejo, niño y mujer", etcétera. En Chile el dictador Augusto Pinochet Ugarte, pronunció una frase célebre de gran connotación misógina: «A las mujeres no hay que creerles ni la verda